miércoles, 8 de julio de 2009

El caso Abencia Meza

La Abencia que todos tenemos dentro

Por José Luis Ramos Salinas
ramosdesal@yahoo.com

Decir que Alan Gacía, su gobierno, y su particular dialecto de perro del hortelano (incompresible para los que hablamos el idioma de la interculturalidad), estén aprovechando la sed de crimen, farándula y sexualidad mórbida del pueblo -que Marx creía haría la revolución- ya no es ninguna revelación, sino más bien un lugar común, que hasta denuncian los que se sirven de esos apetitos para obtener rating (Enemigos íntimos, por ejemplo).
Por ello, quiero más bien reflexionar sobre la psicologización del crimen de Alicia Delgado, ejecutado por Mamanchura (ese sujeto que confirma la tesis de Ariel Dorfman, según la cual en Latinoamérica: mato, luego existo), presuntamente por orden de Abencia Meza. A lo que me refiero es a la actitud, casi compulsiva, de los medios, de acudir a entrevistar a psicólogos para que construyan el perfil patológico de la asesina. Tremendo error, creo yo, porque el crimen que comentamos, más que tener que ver con algún cortocircuito cerebral de Abencia, tiene que ver con una malformación de la sociedad peruana en particular, y de la sociedad en general.
Mal hacemos, entonces, en buscar qué hay de malo en la cabeza de la reyna de las parranditas, cuando lo que tenemos que hacer es indagar acerca de qué hay de pésimo en nuestra sociedad. Basta de mirar la paja en la cabeza ajena, es hora de mirar la viga en la actual estructura social.
Esta psicologización, dada en el marco de una sociedad racista, machista, homofóbica y con otras taras, nos lleva por el camino peligroso de acentuar la exclusión contra aquellos que suponemos no estaban en los planes del Señor. Así, varios psicólogos se han despachado con descripciones patológicas de las lesbianas que nos recuerdan a Ratzinger hablando de desórdenes morales intrínsecos para describir la conducta homosexual, de la que él -como muchos de los miembros de su Iglesia-, siempre será sospechoso.
Esther Vargas, desde su página en Perú21, ya ha denunciado lo que yo llamaría un proceso de criminalización de las conductas sexuales disidentes. Algo realmente grave, en un país con fuertes tendencias autoritarias expresadas en la criminalización de la protesta social, y últimamente en la condenación de todos aquellos que no compartan la cultura occidental con sus particulares formas de entender la modernidad y el progreso.
Y es que los psicólogos de diván están incapacitados para descubrir las raíces sociales de los comportamientos que ellos conciben como un asunto de la psiquis, cuando en realidad se trata de un problema de la polis.
Que alguien se sienta con derecho de matar a su pareja solo porque ésta le ha sido infiel o porque ya no quiere continuar con la relación, es un asunto demasiado común (aunque pocos lleguen a ejecutarlo) para pensar que se trata de problemas patológicos individuales; creo yo, más bien, que el asunto revela una patología social enquistada en una estructura caracterizada por el poder y la sumisión, la inequidad, y, por supuesto, la pobreza, que envilece cuanto toca. El amor, como todo, no puede escapar de este caracter constitutivo de la sociedad actual. Somos pues, pobres diablos amando pobremente.
Lo que quiero decir, es que las causas de este crimen no hay que buscarlas en la falta de afecto que Meza tuvo en su niñez, sino en las particularidades de una sociedad que priva de afecto a sus niños. No en lo proclibe que es Abencia a la violencia, sino en las razones por las que esta sociedad ha hecho de la violencia su modus operandi; y así podemos ir retrucando, una por una, las explicaciones que los medios nos ofrecen día a día acerca de este crimen que emboba a una sociedad boba por naturaleza.
Pedir castigo para Abencia Meza, sin percatarnos de lo que intento explicar, es pues la actitud facilista de sacar el cuerpo, o de tirar la piedra y esconder la mano. Y aquí sí conviene pedir a los psicólogos que nos expliquen qué es el mecanismo de defensa de proyección. Gritar asesina a esta folclorista de vuelta caída en desgracia (su vida casi siempre lo fue) es el simple artilugio de desconocer nuestras culpas, porque queramos aceptarlo o no, todos tenemos una Abencia dentro de nosostros mismos. (08/07/09)




1 comentario:

  1. mi querido profesor soy alumna de la maestria 2010 de informatica rebizando su blogs me inclino en preguntar eso de 14 sexos y o dos que son con lo que nacemos me llena de una curiosidad morvida qie ojala me pueda explicar
    maria rita

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