Discurso pronunciado
en el XLVIII Aniversario de la Escuela Profesional de Sociología
Junio del 2011
Permítanme una
licencia, ustedes ya saben que soy poco partidario de lo solemne y el
protocolo. Quiero empezar contándoles un chiste, porque como sabemos los
sociólogos -y Milan Kundera también por cierto- en el chiste, en la broma, en
la ironía, en la sátira, está contenida la sociedad entera. Les pido entonces
que escuchen este chiste con la imaginación sociológica que nos reclamaba
Wright Mills, hace ya 50 años.
Son las 8:00 de la mañana, y la mamá nota que
su hijo no se ha levantado para ir a la universidad, entonces le toca la puerta
de su cuarto y le dice: ya es tarde apúrate, tienes que ir a la universidad. Al
otro lado de la puerta el hijo responde: nunca más iré y te daré tres razones
contundentes para no hacerlo: la primera, me aburre tremendamente, la segunda,
los profesores me ignoran, y la tercera, los alumnos se burlan de mí. La mamá
responde indignada: así, yo te voy a dar no tres, sino cuatro razones por las
que tienes que ir a la universidad de inmediato: la primera, es tu obligación;
la segunda, tienes 42 años; la tercera, están de aniversario; y la cuarta: tú
eres el Director de Sociología.
Y ven, mi mamá me
convenció, estoy aquí.
Pero la verdad, no
tuvo que hacer mucho para persuadirme porque me siento muy a gusto aquí. Otros
Directores me han comentado que han empezado su gestión con la oposición de
algunos de los docentes de sus Escuelas y en ese sentido tengo que sentirme
afortunado, porque la profesora Yaneth es de mi promoción, Alison y Roberto son
mis amigos; y todos los demás docentes de Sociología, sin excepción, han sido
mis profesores; y por ello estoy seguro que no solo no constituirán oposición
alguna, sino que como buenos maestros que son me seguirán brindando su apoyo,
su experiencia y sus iniciativas para que nuestra Escuela sea cada vez mejor.
Cuando Consejo de
Facultad me eligió por unanimidad como Director de Sociología, quise compartir
mi alegría con José Carlos, mi hijo, y entonces lo llamé y luego de explicarle
cómo fue la campaña y las elecciones, le comenté muy orgulloso que era el nuevo
director de la E.P. de Sociología; entonces mi hijo me contestó con un seco:
“ah”, que es como decir: “y qué”. Y entonces comprendí que él tenía razón: qué
importancia puede tener haber sido elegido Director si no hay ningún producto,
ningún cambio, nada que mostrar. Es como si un corredor pidiera felicitaciones
antes de la partida, solo por el hecho de haberse colocado en posición de “a
sus marcas”. Hay que esperar a que termine la carrera para ver si llegó a la
meta, y si lo hizo primero, segundo o último. Esta ceremonia creo que es ese “a
sus marcas”, a partir de aquí recién se harán cosas que pudieran merecer cierta
atención. No sé si llegaré primero, no sé siquiera si llegaré, pero puedo
prometerles que haré todo lo posible por salirme del carril. Esta sociedad es
una sociedad de carriles y por ello mismo cerril. Los sociólogos y sociólogas
no somos ganado y por eso mismo debiéramos ser expulsados de esta República que
ni siquiera es la de Platón, pero ese destierro no se regala, hay que
merecerlo, y vamos a trabajar arduamente para que ello ocurra.
No voy a decir aquí
que yo no tengo ninguna aspiración personal y que si he asumido la Dirección es
por el bien de la Institución, y que no me mueve ningún interés propio, sino
solo los sagrados objetivos de la Universidad. No, no voy a decir eso; esos
personajes que se sacrifican a sí mismos por el bien común son solo mi mamá y
la madre Teresa de Calcuta y ninguna de ellas trabaja en esta Universidad. A
este respecto creo que hay que adherirse a la ética de Nietzche, quien proponía
hacer coincidir la búsqueda de la superación personal con el logro del bien
común. Así, mientras nos afanamos en nuestros propios objetivos contribuimos al
logro de los objetivos colectivos. Mientras buscamos ser reconocidos por
nuestro trabajo, nuestra labor misma contribuye a la superación de la
Institución. Pero sí puedo decir que los réditos que busco no son los
económicos, ya me han dicho que para qué he asumido la responsabilidad de la
Dirección si el pago adicional por el cargo es de apenas S/. 50,00. Supongo que
se trataba de una broma, pero en broma también podría contestar como Papa
Roach: I don´t need that shit.
También me han dicho,
también en broma por supuesto, que soy Saquita; pues bien, tengo que recordar
que no hace muchos años me llamaban chuqui chiquito, y hasta se especuló que me
dejé crecer la barba para parecerme a quien suponían mi mentor, casi casi, mi
titiritero. Pero no soy ni Saquita, ni Chuqi chiquito; si quieren decirme algo
tendría que ser Villalbito o HBLcito, pues considero que mi talante, mi
concepción de la Sociología en particular y de las ciencias sociales en
general, tiene mucho de las enseñanzas de Fredy Villalba y de Héctor Ballón Lozada,
quienes no solo fueron mis profesores sino también mis maestros. También, debo
aprovechar el tema, para agradecer a la Dra. Soledad Maldonado, al Dr. Raúl
Fernández, y al Dr. Jordán Rosas que evitaron en sendas ocasiones que me
echaran de esta Universidad, si a alguien le molesta que hoy sea Director, es a
ellos a quienes tienen que reclamar.
Pero ya basta de
vanidad, de lo que debo hablar es de mi plan de trabajo, y hasta aquí solo he
hablado de mí.
La Dra. Eva Díaz,
nuestra Decana me ha enviado un oficio hace algunas semanas pidiéndome mi plan
de trabajo, y no le he enviado nada, porque yo no creo que lo que se deba hacer
es aquello que el Director considere lo más correcto o necesario, sino aquello
que la comunidad académica de sociología, y dentro de ella sobre todo los
estudiantes, considere apropiado. Este argumento, no obstante, no debe servir
de excusa para que la Dirección se convierta en una mesa tramitadora de
propuestas ajenas, sino que también debe tener iniciativa y quiero aprovechar
esta oportunidad para someter a su consideración mi propuesta básica de
trabajo.
Parto en primer lugar,
de creer que la Escuela Profesional es una instancia eminentemente estudiantil,
así como los Departamentos Académicos son instancias eminentemente docentes.
Por ello, el protagonismo del plan de trabajo tiene que recaer necesariamente
en los estudiantes. Ya hemos tenido varias reuniones con los delegados y
delegadas de aula y ninguna con los profesores y profesoras, y eso no es casual
sino que revela a qué queremos darle supremacía, qué orden queremos subvertir,
qué carriles borrar. A los estudiantes les hemos preguntado qué quieren, y nos
han dicho desde camisetas deportivas, hasta aulas con cañones multimedia
instalados. Pues bien, no es objetivo de esta Dirección darles ni lo uno ni lo
otro, porque nosotros no somos estudiantes de una Escuela Profesional
cualquiera, sino de Sociología y los estudiantes de esta disciplina sabemos
bien que en todo, el asunto central es el poder. Lo que esta Dirección les ofrece,
señores y señoritas estudiantes es eso: el poder. No cortinas, ni cañoncitos,
sino el poder para intervenir en lo que de verdad es trascendente en una
universidad: lo académico. Y lo académico en la UNSA necesita una
transformación, lo dicen todos, desde el señor Rector hasta el profesor
auxiliar tiempo parcial 10 horas. Por ejemplo, los cursos anuales están
perjudicando terriblemente a nuestros alumnos y alumnas porque quedan fuera del
programa de movilidad estudiantil, pues para irse a estudiar a una universidad
extranjera piden como requisito un plan de estudios de carácter semestral. Los
protagonistas de esa y otras transformaciones tienen que ser los estudiantes.
Los Directores de
Escuela de esta Facultad hemos sido informados que es objetivo de la actual
gestión generar un cambio académico importante que involucra desde modificar
los planes de estudio, hasta procesos de estandarización en los sistemas de
evaluación estudiantil y docente. Digamos que este es el gran objetivo al que
esta Dirección espera contribuir. Pero nosotros aquí, en el corto plazo, en el
plazo cuasi inmediato con acuerdo de los delegados y delegadas de aula, nos
hemos propuesto un objetivo más pequeño, pero, creemos, también importante y
hasta ambicioso. Nos hemos propuesto algo tan simple como que se cumpla el
Reglamento Académico de la Facultad que fue aprobado en el año 2009. La alta
dirección de la Universidad ha manifestado varias veces que si simplemente
cumpliéramos con nuestras obligaciones, la UNSA avanzaría notoriamente. Pues
bien, cumplir los reglamentos vigentes es una obligación de nosotros los
docentes, y la exigencia acerca de este deber le corresponde a los estudiantes,
pues ha sido pensando en su beneficio que se redactó este reglamento. Espero,
por ello, que CIBERUNSA lo ponga nuevamente en la Web para su adecuada
difusión, nuestra Escuela, por su parte, ya ha entregado un ejemplar del mismo
a los delgados y delegadas de aula, y haremos lo propio con cada profesor.
En lo académico
también queremos decir que es nuestro objetivo, que se vuelvan rutinarios en el
sentido de permanentes: los seminarios, charlas, mesas redondas, pero sobre
todo debates, encarnizados debates, porque es de la lucha de contrarios de
donde surge la luz. Y el programa aniversario que debo agradecerle a la
comisión y a los estudiantes creo que es un buen comienzo.
Pero debo aclarar aquí
que no es objetivo de esta Dirección traer a nadie de Lima para estas
actividades académicas: creemos que hay que acabar con el provincianismo que
nos hace creer que lo que se hace en la capital es de mucha mayor calidad que
lo que se hace en Arequipa, por ejemplo. Para qué traeríamos a Damnert para
hablar de regionalización, si aquí tenemos a Carlos Leyton, para qué queremos
que Amat nos hable de agricultura, si tenemos a Alipio Montes, para qué vamos a
invitar a Nicolás Linch para que diserte sobre educación, si tenemos como
profesora a Patricia Salas, para qué gastar en traer a Germaná, si tenemos a
Raúl Fernández, y así podría seguir. Lo que quiero decir, es que tenemos una
plana docente de primer nivel y es nuestra intención explotarla al máximo,
porque estamos convencidos que si bien los sociólogos de la capital tienen una
alta calidad profesional, también estamos absolutamente convencidos que cuando
vienen a provincias, vienen a improvisar, a repetir charlas que prepararon para
otra ocasión, y finalmente, a decir cosas que cualquiera de nuestros profesores
pudiera decir mejor. Si quieren venir, en buena hora, pero ese no es nuestro
objetivo, sino el de lograr la participación constante y extra curricular de
nuestros y nuestras docentes.
Pero si bien lo
académico es lo más importante no es el único asunto que hay que abordar. Y
para ello, con acuerdo de los delegados y delegadas, proponemos la formación de
comisiones permanentes que se encarguen de cuestiones académicas,
administrativas, de la acreditación, de diversos proyectos, etc. Me dirán que
estas comisiones ya existen, es verdad en algunos casos, pero la novedad viene
por el lado de que en estas comisiones los alumnos tendrán participación
protagónica y que la Dirección tratará en lo posible de minimizarse, es decir,
de estar ahí, pero no figurar. Hace unos momentos decía que yo he sido alumno
de casi todos los profesores de esta Escuela, pues bien, me sigo sintiendo
discípulo de ellos, sigo creyendo que ellos aún están en la posición de enseñar
y yo en la de aprender. Por tanto no es la Dirección la que impartirá
instrucciones a las comisiones, sino que serán las comisiones las que impartan
instrucciones a la Dirección. Yo, aún cuando no esté de acuerdo con ellas, las
acataré y las impulsaré, porque entiendo que lo que las comisiones planteen
tendrá el apoyo de los estudiantes y ya dijimos quiénes son los que tienen el
poder. No obstante, la participación docente es fundamental, y hemos tenido la
suerte que la Oficina de Control Interno que suele darnos dolores de cabeza,
esta vez ha venido en nuestra ayuda, pues a partir de este mes exige informes
de los Directores de Escuela y de los Jefes de Departamento acerca del
cumplimiento no solo del dictado de clases, sino de la labor de investigación y
del trabajo no lectivo. En ese trabajo no lectivo está la participación en las
comisiones. No cumplir con el trabajo no lectivo, implica importantes
descuentos; por ello es necesario y deseable que todos los docentes participen
en alguna de las comisiones; no lo hago por molestar, sino porque conserven la
integridad de sus honorarios, y beneficiándose a sí mismos beneficien a la
Escuela y a la Universidad, ya sabemos lo que decía Nietzche.
Otra línea de trabajo
que esta Dirección cree fundamental es el uso de las nuevas tecnologías; pero
no se trata de clavar con martillos hidráulicos o eléctricos, sino de cambiar
el concepto mismo de clavar. Si las generaciones actuales van a usar Internet
para hacer los mismos tipos de trabajos, monografías, por ejemplo, que hacíamos
en mis tiempos recurriendo a la biblioteca, creemos que no hemos entendido el
potencial de estas tecnologías.
Cuando era Director de
CIBERUNSA creamos todo un programa de capacitación en informática que partía
del curso de Hipermedia que lo han llevado quienes ahora están en tercero y
segundo, y que lo llevarán pronto quienes están en primero. Pero este programa
no es para obtener fondos como sucede en otras Facultades, sino que se basa en
una filosofía, básicamente en el pensamiento complejo que propone Edgar Morin,
es decir: interdisciplinariedad, transdisciplinariedad, perspectiva holística y
dialéctica de las cosas, nuevos soportes y lógicas de pensamiento: básicamente
la combinación del hipertexto y el formato multimedia, por eso el curso se
llama hipermedia. En otras palabras ese curso no busca que los alumnos sepan
informática, sino alentar una profunda transformación en lo académico de cada
una de las asignaturas que se llevan en esta Facultad.
Si cuando fui Director
de Ciberunsa me propuse que todos lleven el curso de hipermedia, ahora me
propongo que ese curso no se vuelva un elefante blanco, es decir, que lo
aprendido allí, no tenga utilidad alguna porque nosotros los profesores
seguimos siendo prisioneros del pensamiento lineal, de la supremacía de la
palabra, de la división arbitraria de las ciencia, de un patrón de producción
académica obsoleto que sigue bajo los cánones de la autoría individual y de la
división insalvable y estática de productor y consumidor. Pero quién hará que
nosotros los profesores cambiemos nuestras formas de trabajo, espero que los
estudiantes.
No nos engañemos: usar
los famosos cañones multimedia no cambia nada, salvo creerse más modernos o
posmodernos que quienes usan el proyector de transparencias o la pizarra. El
idioma powerpointés tiende a esquematizarlo todo, yo diría que es la versión de
Bill Gates de los manuales de economía que publicaba la desaparecida Unión Soviética;
la Martha Harnecker de los Fundamentos Elementales del Materialismo Histórico,
estaría encantada con el Power Point; pero Marx que solía repetir que nada que
sea humano le era ajeno, estaría fascinado con la hipermedia.
Los cañones multimedia
pueden servir a la lógica hipermedia, pero nosotros seguimos usándolos como si
fueran proyectores de transparencias más sofisticados y mucho más caros por
cierto.
No se trata entonces
del aparato, sino de la lógica. La lucha, queridos estudiantes no debe ser para
tener más cañones, sino para que con ellos o sin ellos, el proceso de enseñanza
y aprendizaje se desarrolle sobre la base de una lógica más rica, menos
esquemática, más dialéctica, compleja, diría Morin.
Pero esta nueva lógica
que esta Dirección está empeñada en impulsar choca con una realidad de
administración académica que está más preocupada por los sílabos que por la
actualidad de lo que se imparte en la clase, más preocupada por la firma de los
partes que por la pertinencia de lo tratado, más preocupada por la distribución
de la carga que por promover la interdisciplinariedad, más preocupada por
marcar fronteras entre las escuelas, que por imitar a la realidad borrosa que
no reconoce dónde empieza una disciplina y dónde termina la otra. Creemos que la
Universidad, no solo ésta, sino en general, está dejando de ser un ente
académico y se está convirtiendo en un ente burocrático y la famosa
acreditación lejos de frenar esto acaso lo esté impulsando.
Entonces, hay que
sacarle la vuelta a esta rigidez disfrazada de eficiencia. Y proponemos para
ello la formación de grupos de estudio conformados por docentes y estudiantes
que por encima de los planes de estudios vigentes, por encima de los sílabos
impuestos, por encima de los horarios inamovibles, promuevan el clima de
libertad que le es indispensable al debate académico creador. Estos grupos de
estudio no pertenecerán a una Escuela en particular, ni siquiera a la Facultad,
sino a aquellos que lo conformen, pudiendo provenir de cualquier Escuela,
incluso de otra universidad o de fuera de la universidad. Esta Dirección dará
todo su apoyo a estos grupos, que pudieran convertirse en una cantera para el
Instituto de Investigaciones que está ávido de producir nuevo conocimiento.
Pero todo lo que
estamos diciendo requiere de la participación decidida de los estudiantes, y
son varios los delegados de aula que me han comentado que en sus clases solo el
25 % de alumnos y alumnas está dispuesto a asumir el reto; yo les contesto
desde aquí que no se desanimen por eso, ese 25% es más que suficiente, al otro
75% no lo necesitamos. El progreso no necesita de mayorías, requiere de
minorías activas.
Hace dos días
precisamente, me llamaron de Huánuco para informarme que los estudiantes de
nuestra Escuela que están participando en el VIII Congreso Nacional de
Sociología habían decidido postular a la UNSA como sede del IX Congreso, y
querían saber si contaban con mi apoyo, por supuesto les contesté que sí. Ayer,
recibí la llamada de nuestro Jefe de Departamento, el Dr. Ariosto Carita,
indicándome que él y el profesor Eliseo Zevallos, se aunaban a este pedido y
querían confirmar mi posición, pero con un documento escrito, y entonces
mandamos de inmediato vía fax una solicitud formal pidiendo que nuestra Escuela
sea la sede del próximo Congreso. Pero esta mañana, muy temprano recibo otra
llamada para decirme que la Universidad de San Marcos está pidiendo lo mismo y
que ellos han presentado una solicitud, firmada no solo por el Director, sino avalada por todos los docentes, por el Decano
y hasta el mismo Rector, y que lo que nuestros estudiantes han hecho ha sido un
exceso de entusiasmo. Eso es lo que
necesitamos, un exceso de entusiasmo; yo no necesito las firmas de los
profesores adhiriéndose a ese pedido, porque sé que todos están de acuerdo, ¿o
no?. Yo no necesito la firma de la Decana porque sé que tenemos todo su apoyo;
y no necesitamos la firma del Señor Rector, porque él nos ha prometido
muchísimas veces que la Universidad siempre apoyará toda iniciativa de carácter
académico. Por último, no necesitamos que nadie nos confirme que apoyará en la
organización de una actividad de este tipo, porque hacerlo no es una gracia,
sino una obligación. Esta noche, se vota, quien se lleva la sede, la UNSA, o
San Marcos; no importa quién gane, porque nosotros ya ganamos, y hemos ganado
porque nuestros estudiantes han demostrado que padecen de ese gravísimo mal que
se llama exceso de entusiasmo, y ese virus es el que necesitamos con urgencia
para contagiarnos.
Quiero terminar este
discurso ya no con un chiste sino con una anécdota. El profesor Wildo Carrera,
ex decano y felizmente no ex amigo, sino amigo aún, me ha revelado que durante
el pasado proceso electoral me pusieron el apodo de cerebrito, no sé por qué la
verdad, pero me asegura que me dicen cerebrito. Y el problema y la confusión es
que mi novia no me llama así, sino que más bien ella me dice Pinky; así que ya
no sé si soy Pinky o Cerebro; pero de lo que sí estoy completamente seguro es
que lo que hay que hacer cada noche, lo que hay que hacer cada día, lo que hay
que hacer cada instante: es tratar de conquistar al mundo.
Viva la Escuela de
Sociología
Sociología o muerte,
venceremos.
Gracias
José Luis Ramos
Salinas
Director de la Escuela
Profesional de Sociología
Universidad Nacional
de San Agustín