domingo, 26 de julio de 2009

Asunto de machos

Machos sí, machonas no.

Por José Luis Ramos Salinas
ramosdesal@yahoo.com

Las primeras planas de los periódicos se convirtieron en el Perú (probablemente desde los 90) en una suerte de periódico mural al que acude mucha más gente de la que suele comprar diarios, así resulta que buena parte de la población se informa de lo que ocurre en el país y en el mundo, deteniéndose unos minutos en el quiosco de periódicos para darle una mirada a los titulares.
La ampliación de la noticia que está en las páginas interiores no importa, sino recordemos que en la prensa amarilla de Fujimori y Montesinos era habitual que no hubiera en todo el periódico ninguna noticia acerca de lo que se anunciaba en la primera plana.
La prensa ya descontextualiza bastante, de allí que se ponga en duda su papel de informar realmente; pero si encima solo vamos a leer las primeras planas, entonces las consecuencias van a ser concepciones de la realidad extremadamente fragmentarias, tanto que no creo que tengan algún rastro de objetividad, es decir, de correspondencia con la realidad.
Pero no es esto lo que nos interesa en este momento, sino dos titulares que aparecieron en la prensa en las semanas pasadas. El primero hacía alusión a Abencia Meza (lesbiana confesa), la supuesta homicida de Alicia Delgado, en los siguientes términos: "Machona asesina". El segundo se refería al asesinato del estilista gay Marco Antonio: "Se defendió como un macho".
Como vemos, en ambos se hace alusión a la condición de macho, pero en cada caso, con un sentido completamente diferente.
Las lesbianas afirman repetidamente que nuestra sociedad es tan machista: que hasta al momento de discriminar, se margina más a las mujeres homosexuales que a los hombres homosexuales. Los titulares que estamos analizando estarían confirmando esta hipótesis.
El adjetivo "macho" tiene en nuestra sociedad una connotación positiva, y a menudo se lo utiliza como sinónimo de valiente, aunque también de varón, y es que los varones para serlo tienen que ser valientes, machos.
En el imaginario social, los gays no son machos, son maricas; es decir no son varones, ni tampoco valientes: hablan, lloran, se asustan, etc., como mujeres. Pero ya reza el chiste que una cosa es ser gay y otra muy distinta un maricón de mierda; en otras palabras, es muy diferente ser un maricón de cono que un gay de éxito.
Por eso a Marco Antonio los periódicos están dispuestos a perdonarle su mariconada, y reivindicar para él algo de macho, de valiente: "Se defendió como un macho". Claro, que si Marco Antonio hubiera sido un travesti anónimo asesinado en Villa El Salvador, probablemente el titular hubiera sido: "Lo matan por maricón".
Pero la que sí se comportó como un verdadero macho, así parecen confirmarlo todas las investigaciones, es Abencia Mesa: posesiva, violenta, porta armas de fuego, no acepta que le pongan los cuernos y es capaz de matar por eso. Pero los periódicos no alaban su machonería, sino que, por el contrario, hacen de la misma la fuente patológica de sus conductas delictivas. Si Abencia es asesina, parecen decir, es porque quiere ser macho: "Machona asesina".
Es que en sociedades como la nuestra todos pueden ser machos, hasta los gays; pero las mujeres no.
Ya que si algo caracteriza a los machos es que les tiemblan las piernas cada que se encuentran frente a una mujer. Y los miedos suelen generar violencia, machismo, que le dicen (26/07/09).

miércoles, 22 de julio de 2009

Internet y la soledad

Speedy, no. González

Por José Luis Ramos Salinas
ramosdesal@yahoo.com

Telefónica, la gigante transnacional, que algunos creen todavía española, tiene entre sus negocios la venta de conexiones a Internet. A este servicio, le llama "Speedy", para ser fiel a su espíritu global y traicionar al vocablo "veloz", que suena muy provinciano para sus ambiciones bursátiles.
Uno de los tentáculos del monstruo de las incomunicaciones se posó en el Perú durante la dictadura del suertudo Alberto Fujimori, y desde entonces ha demostrado que la imagen coorporativa no interesa en lo absoluto, cuando se tiene una posición monopólica en el mercado.
Pero pese a todo, y por la incursión de Telmex, desarolla una campaña publiscitaria más o menos intensa, que es la que queremos analizar en este artículo.

Un mundo excluyente
Nos referimos, en primer lugar al spot radial que cierra con esta frase: "Cada vez más peruanos son parte del mundo, gracias a Telefónica". El mensaje hace alusión a los peruanos que contratan el servicio de "Speedy", por lo que podríamos parafrasearlo en el siguiente sentido: "Quienes no tienen Internet no son parte del mundo".
Este planteamiento no es una anécdota curiosa que solo podría darse en el ámbito de la publicidad, sino que forma parte de una concepción ideológica de profundo carácter excluyente, según la cual hoy "todo el mundo tiene acceso a Internet". Nicholas Negroponte solía decir: "solo conecte". Pero la verdad es que a penas un quinto de la población mundial tiene acceso a Internet; para cuatro quintas partes del planeta el problema es mucho mayor que "solo conectarse". En el Perú son 3 cuartas partes de la población las que no tienen acceso a estas tecnologías; con lo que resulta pues que 21 millones de peruanos todavía no son parte del mundo.
La tan mentada globalización se encuadra dentro de esta perspectiva excluyente, pues la sola palabra "globalización", hace alusión al globo, es decir, a todo el mundo; pero la globalización financiera, tecnológica, comunicacional, etc., en la práctica, involucra a solo un quinto de la población mundial (global), el mismo quinto que tiene acceso a Internet, el mismo quinto, que según Telefónica, son parte del mundo.
El mundo no tendría más, pues, la forma de una esfera achatada en los polos; sino que el mundo sería más bien una suerte de manzana mordida por varios lados (buena parte de África, de Asia y América Latina); y aún la parte "buena" estaría agusanada por la pobreza que crece en los países llamados desarrollados y que quienes la sufren al no tener acceso a las nuevas tecnologías, dejaron de ser parte del mundo, por más europeos o estadounidenses que sean.
Si prestamos atención a los programas de CNN, que difunden las noticias del mundo, comprobaremos como una buena parte del planeta ya ni siquiera se merece un reportaje periodístico; y esto sencillamente porque ya no es parte del mundo.
Resulta pues, que una gran parte de la población mundial ha sido condenada a la soledad de la inexistencia.

Un mundo incomunicado
El segundo comercial de Speedy que me interesa analizar, es el spot televisivo en que "el campeón mundial de las escondidas", nos relata como se la pasa todo el tiempo conectado a Internet, gracias a las conecciones domiciliarias y de Wi Fi que ofrece Telefónica.
Resulta que el juego de las escondidas consiste precisamente en no dejarse ver, contactar, por los otros participantes del juego. El "escondido", se encuentra pues aislado, por un momento, de todo contacto con los otros. Se encuentra solo.
Sin embargo, se supone que lo que hace Internet es potenciar la comunicación con los otros, al permitirnos contactarnos con gente de casi cualquier parte del mundo. Parece pues, que esta tecnología está aún muy lejos de generar verdaderos procesos comunicativos entre sus usuarios; y genera más bien un aislamiento placentero. La soledad no es más algo de lo que debamos huir, sino algo a lo que debemos aspirar, siempre y cuando, claro, tengamos acceso a Internet.
Así, quien se pasa la vida conectado a Internet podrá ser el campeón mundial de las escondidas y podrá mostrar orgulloso su trofeo a su soledad (22/07/09).

miércoles, 8 de julio de 2009

Michael Jackson y la posmodernidad RIP

Lo que enterraron junto a Michael Jackson

Por José Luis Ramos Salinas
ramosdesal@yahoo.com

Michale Jackson era el rey del pop, dicen sus admiradores, pero era también el rey de la transformación, como lo atestiguan buena parte de sus video clips y su propia vida.
César Hildebrandt ha dicho, en su columna de La Primera, que Jackson se avergonzaba de ser negro y que por ello recurrió al quirófano y a la química para librarse de la particular fenotipia de su raza. Yo quiero intentar aquí, otra explicación.
A Estados Unidos le llaman el país de las oportunidades, y en las películas se refieren a él casi hasta el hartazgo como un país libre. Pues bien en un país libre, su gente es libre, y Michael era estadounidense. Pero el concepto de libertad de sociedades como la nortemaericana es, francamente, famélico y se reduce practicamente, a la libre iniciativa privada empresarial; esa que en manos del padre de Michael significó maltrato infantil y cuasi servidumbre para la entonces estrella de Jackson Five.
Michael no había pues elegido ser hijo de quien fue, ni su color de piel, ni la forma de su rostro, ni el sexo con el que vino al mundo; y estos aspectos sobre los que no pudo elegir, sobre los que no pudo actuar con libertad, marcaron su vida.
Vino entonces en su ayuda la posmodernidad, según la cual la identidad ya no es un dato a ser asumido, sino un asunto a construir y por tanto maleable a nuestra voluntad. Michael no quería ser quien la naturaleza, Dios o el azar, decidiedron por él; y tenía millones de dólares para emprender el viaje hacia la libertad. Así, decidió libremente dejar de ser negro e inició un proceso de transformación que hizo de su vida su video clip más ambicioso; pero la realidad era más dura de editar que las imágenes.
Su transformación, libremente elegida, lo condujo una vez más hacia donde la naturaleza, Dios o el azar decidieron por él, desfigurando el rostro que él quiso construir como símbolo de una identidad no otorgada, sino asumida como un ejercicio de libertad.
Por ello, cuando ayer finalmente enterraron a Michael Jackson, se fueron con él también, (al menos por el momento) los sueños posmodernos de librarnos de la naturaleza, de Dios o del azar. (08/07/09)

El caso Abencia Meza

La Abencia que todos tenemos dentro

Por José Luis Ramos Salinas
ramosdesal@yahoo.com

Decir que Alan Gacía, su gobierno, y su particular dialecto de perro del hortelano (incompresible para los que hablamos el idioma de la interculturalidad), estén aprovechando la sed de crimen, farándula y sexualidad mórbida del pueblo -que Marx creía haría la revolución- ya no es ninguna revelación, sino más bien un lugar común, que hasta denuncian los que se sirven de esos apetitos para obtener rating (Enemigos íntimos, por ejemplo).
Por ello, quiero más bien reflexionar sobre la psicologización del crimen de Alicia Delgado, ejecutado por Mamanchura (ese sujeto que confirma la tesis de Ariel Dorfman, según la cual en Latinoamérica: mato, luego existo), presuntamente por orden de Abencia Meza. A lo que me refiero es a la actitud, casi compulsiva, de los medios, de acudir a entrevistar a psicólogos para que construyan el perfil patológico de la asesina. Tremendo error, creo yo, porque el crimen que comentamos, más que tener que ver con algún cortocircuito cerebral de Abencia, tiene que ver con una malformación de la sociedad peruana en particular, y de la sociedad en general.
Mal hacemos, entonces, en buscar qué hay de malo en la cabeza de la reyna de las parranditas, cuando lo que tenemos que hacer es indagar acerca de qué hay de pésimo en nuestra sociedad. Basta de mirar la paja en la cabeza ajena, es hora de mirar la viga en la actual estructura social.
Esta psicologización, dada en el marco de una sociedad racista, machista, homofóbica y con otras taras, nos lleva por el camino peligroso de acentuar la exclusión contra aquellos que suponemos no estaban en los planes del Señor. Así, varios psicólogos se han despachado con descripciones patológicas de las lesbianas que nos recuerdan a Ratzinger hablando de desórdenes morales intrínsecos para describir la conducta homosexual, de la que él -como muchos de los miembros de su Iglesia-, siempre será sospechoso.
Esther Vargas, desde su página en Perú21, ya ha denunciado lo que yo llamaría un proceso de criminalización de las conductas sexuales disidentes. Algo realmente grave, en un país con fuertes tendencias autoritarias expresadas en la criminalización de la protesta social, y últimamente en la condenación de todos aquellos que no compartan la cultura occidental con sus particulares formas de entender la modernidad y el progreso.
Y es que los psicólogos de diván están incapacitados para descubrir las raíces sociales de los comportamientos que ellos conciben como un asunto de la psiquis, cuando en realidad se trata de un problema de la polis.
Que alguien se sienta con derecho de matar a su pareja solo porque ésta le ha sido infiel o porque ya no quiere continuar con la relación, es un asunto demasiado común (aunque pocos lleguen a ejecutarlo) para pensar que se trata de problemas patológicos individuales; creo yo, más bien, que el asunto revela una patología social enquistada en una estructura caracterizada por el poder y la sumisión, la inequidad, y, por supuesto, la pobreza, que envilece cuanto toca. El amor, como todo, no puede escapar de este caracter constitutivo de la sociedad actual. Somos pues, pobres diablos amando pobremente.
Lo que quiero decir, es que las causas de este crimen no hay que buscarlas en la falta de afecto que Meza tuvo en su niñez, sino en las particularidades de una sociedad que priva de afecto a sus niños. No en lo proclibe que es Abencia a la violencia, sino en las razones por las que esta sociedad ha hecho de la violencia su modus operandi; y así podemos ir retrucando, una por una, las explicaciones que los medios nos ofrecen día a día acerca de este crimen que emboba a una sociedad boba por naturaleza.
Pedir castigo para Abencia Meza, sin percatarnos de lo que intento explicar, es pues la actitud facilista de sacar el cuerpo, o de tirar la piedra y esconder la mano. Y aquí sí conviene pedir a los psicólogos que nos expliquen qué es el mecanismo de defensa de proyección. Gritar asesina a esta folclorista de vuelta caída en desgracia (su vida casi siempre lo fue) es el simple artilugio de desconocer nuestras culpas, porque queramos aceptarlo o no, todos tenemos una Abencia dentro de nosostros mismos. (08/07/09)